Huelva es una ciudad de mar, definida por la ancha ría en que se convierte el Odiel. En la Iglesia de la Concepción o en la de San Pedro, amplia, de hermosa torre, abierta a algunos de los lugares más amenos de la ciudad (como el Paseo de Palmeras de Santa Fe), se puede admirar arquitectura andaluza. La Catedral de la Merced, data del XVIII, modesta, pero armónica. Junto a ella, el restaurado hospital, hoy sede de la joven universidad.
El corazón de la ciudad es la sombreada y coqueta Plaza de las Monjas y el gran mirador, el apacible Conquero, desde el que veremos a nuestros pies, la colorista Plaza de Toros nueva y las Marismas del Odiel, y que nos llevará hasta el Santuario de la patrona, la Virgen de la Cinta, recinto blanco de sabor mudéjar.
La visita a Huelva debe incluir su Museo Provincial, donde podremos seguir los avatares de esta tierra, de las huellas de Tartessos a las pinturas de Vázquez Díaz y admirar el recuperado Gran Teatro.
Ciudad de incesante luminosidad, con un sorprendente Museo de escultura al aire libre que incluye muchos de los mejores escultores españoles de hoy. La Casa de Colón, de traza modernista, es sede de congresos; frente al Odiel se yergue el colosal Monumento a la Fe Descubridora (1929), de la escultora norteamericana Gertrudis V. Withney.
LA HUELLA COLOMBINA
Comandancia de HuelvaEn una Andalucía tan llena de historia, Huelva es la tierra colombina por excelencia y aquí América parece estar más cerca. En el termino de Palos de la Frontera, de cuyo muelle, hoy desaparecido, salieron las carabelas aquel 3 de Agosto de 1492 (y el 3 de Agosto es la gran fecha de Huelva) está el Monasterio de la Rábida, iglesia gótico-mudéjar con uno de los crucificados más antiguos de Andalucía, claustro bello y sencillo de estilo mudéjar, murales del siglo XX pintados por Vázquez Díaz.
Palos es un pueblo alegre, cuidado. En la patria chica de los hermanos Pinzón hay que admirar su Casa-Museo y la original Iglesia de San Jorge, de ladrillo mudéjar, con su histórica Puerta de los Novios. Cerca, la Fontanilla, delicioso lugar recientemente recuperado, que aportó el agua que Colón utilizó en el viaje.
Mas allá Moguer, el que quizá sea, en dimensiones y en riqueza artística, el principal monumento de la provincia, el Monasterio de Santa Clara, gótico mudéjar, estilo colombino por excelencia. No lejos, el Convento de San Francisco, el Hospital del Corpus Christi, reconvertido en teatro, el Ayuntamiento de un alegre neoclasicismo andaluza y la Iglesia, Nuestra Señora de la Granada, de grandes proporciones, y con una torre que recuerda la Giralda. Por las calles de Moguer no trota ya Platero, pero el Museo de Juan Ramón Jiménez nos evoca a su creador.